Bendición y jura de la Bandera de los Andes

El Libertador puso su bastón de mando sobre la mano derecha, tomó la bandera y con voz vibrante dijo: “Soldados esta es la primera bandera independiente que se levanta en América”, batiéndola tres veces mientras la tropa y el pueblo gritaban “Viva la Patria”.

5 de enero de 1817, jura de la bandera del ejército de los andes
5 de enero de 1817, jura de la bandera del ejército de los andes

El 5 de enero de 1817 tuvo lugar un episodio que quedaría en el recuerdo de todos los mendocinos como acto inaugural de la independencia de Argentina, Chile y Perú.

Ese día, luego de que una junta de oficiales decidiera nombrar a la Virgen del Carmen como Patrona del Ejército de los Andes, tuvo lugar la ceremonia que nos narra Gerónimo Espejo con emotiva claridad.

En la mañana de ese día, aparece por la calle La Cañada, hoy Ituzaingó, el ejército con uniforme de parada y se detiene en la Iglesia de San Francisco.

De allí es sacada de su templete la imagen de la Virgen del Carmen y llevaba en procesión entre vivas, aclamaciones del pueblo y repiques de campanas hasta la Iglesia Matriz, ubicada en la manzana sur de la actual Plaza Pedro del Castillo para la misa.

En una bandeja se encontraba doblada la bandera sobre un tapete de damasco. Al entrar el sacerdote celebrante, San Martín tomó la bandera y se la presentó para su bendición, bendiciendo al mismo tiempo el bastón del General, acto saludado con una salva de artillería de 21 cañonazos.

Terminada la ceremonia el general San Martín se dirigió hacia fuera del templo, donde se había levantado un altar. Al aparecer la imagen de la Virgen y la Bandera, los cuerpos presentaron armas. Se la instala en el altar y el Libertador puso su bastón de mando sobre la mano derecha, tomó la bandera y con voz vibrante dijo: “Soldados esta es la primera bandera independiente que se levanta en América”, batiéndola tres veces mientras la tropa y el pueblo gritaban “Viva la Patria”.

Por la tarde, en el campo de Instrucción, en presencia de jefes y tropa, San Martín formó una cruz con su espada y el asta de la bandera y exclamó solemnemente: “Juro por mi honor y por la Patria sostener con mi espada y con mi sangre la bandera que desde hoy cubre las armas del Ejército de los Andes.”

Había llegado la hora de la partida, confiado en vencer esos inmensos montes bajo el manto mariano tras la enseña flameante.

Después de la batalla de Maipú, el Gran Capitán, decidió entregar definitivamente su bastón de mando a la imagen de la Virgen del Carmen; en una nota al Guardián del convento de San Francisco le expresó: “La decidida protección que ha prestado al Ejército de los Andes su Patrona y Generala, son demasiado visibles. Un cristiano reconocimiento me estimula a presentar el adjunto bastón de mando, como propiedad suya y como distintivo del mando supremo que tiene sobre dicho Ejército…”.

* La autora es miembro de la Asociación Cultural Sanmartiniana de Mendoza.

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