Un rumbo que nos permita crecer - Por Gastón Bustelo

Comenzó el dabate por la definición de un modelo que apuntale la economía mendocina. Ideas y proyectos.

Un rumbo que nos permita crecer - Por Gastón Bustelo
Un rumbo que nos permita crecer - Por Gastón Bustelo

En abril se cumplirán dos años del inicio de una crisis económica que la política todavía no logra domar. En ese mes de 2018 el dólar estaba a $ 36 y la Canasta Básica Total llegaba a los $ 16 mil  frente a los 34 mil de enero pasado. La actividad económica cayó en 18 de los últimos 20 meses. El PBI de Argentina en 2019 terminó 3,5% por debajo de lo que era en diciembre de 2015 cuando arrancó el gobierno de Macri. En sus cuatro años, el poder adquisitivo cayó 19%. Estos números, además de mostrar la penosa performance en la economía, señalan la limitación que tendrá Mendoza porque hasta que no arranque la economía nacional, aquí no podemos ni imaginar mejoras. buen tiempo entonces para para debatir alternativas.

Qué nos dice la historia

En 1860 las principales actividades de la provincia eran la exportación de ganado a Chile y el cultivo de trigo y alfalfa para engorde de ganado, además del procesamiento de los derivados del ganado, la fabricación de harina y la fruticultura.

Pero con el tiempo tres factores se conjugaron para que la provincia cambiara su modelo de acumulación. La filoxera que afectó los cultivos de vid en Europa, más la inmigración europea y el avance del ferrocarril, entre otras cosas, hicieron que la vitivinicultura se convirtiera en la actividad principal hacia fines del siglo XIX y principios del XX. Luis Coria, en su trabajo El boom vitivinícola en Mendoza, explica que la principal industria en 1909 ya era la vitivinicultura, con el 39% de los establecimientos y el 73% de las materias primas disponibles para la elaboración, el 88% de los inmuebles afectados y el 92,5% de las máquinas destinadas a la actividad con 4.132 personas trabajando en ella sobre un total de 6.529, o sea, el 63%. El cambio de modelo se había consumado.

La industria vitivinícola también era fuerte por los ingresos que aportaba al Estado provincial. El impuesto al vino representó el 54% de la recaudación del Gobierno provincial entre 1907 y 1932. Después del ‘32 bajó el tributo, pero la industria del vino siguió siendo una de las principales fuentes de financiamiento hasta los ‘60, según Matías Arias en La Industria Mendocina en el Siglo XX.

Pero llegaría la década del ’80 y debido a la crisis vitivinícola y a la suba del precio del petróleo, la industria del oro negro remplazó a la vitivinicultura y se convirtió en la principal actividad económica en Mendoza. Sin mayores cambios llegamos a nuestros días, en donde ya se sabe que aquí no se podrá explotar la minería metalífera. Todos los gobernadores desde 1983 hasta 2007, se manifestaron a favor de esta actividad.

La nueva estrella

Desde el Consejo Empresario Mendocino (CEM) están convencidos de que se debe apostar fuerte por la economía del conocimiento y crear un polo de desarrollo en la región basado en la atracción de talento, debido a la calidad de vida que hay en Mendoza. Para ellos los pilares del éxito son industrias que generan y demandan servicios profesionales sofisticados y que derrama en sectores tradicionales como el turismo, petróleo, gas, energías alternativas, agro negocios, industrias creativas, salud, educación, etcétera.

Entienden también que el cambio deberá pasar fuerte por la educación y consideran que hay que mejorar la conectividad de todo tipo de nuestra provincia con el mundo.

“Tenemos que potenciar la ubicación estratégica y la calidad de vida. Lo hemos hablado con el gobernador. No empezamos de cero; hay un ecosistema de empresas e inversores que apuestan por Mendoza como Globant con Belatrix o los estadounidenses con Eventbrite”, explicó la gerente del CEM, Silvia Jardel.

Desde la Unión Industrial de Mendoza (UIM), van en esa sintonía también. Afirman que hay que avanzar con la ley nacional del sector y Mendoza tiene que adherir. “Debe incluir beneficios fiscales para empresas tecnológicas que resuelvan problemas de la industria tradicional”, dice Mauricio Badaloni, titular de UIM.

Por su parte el ministro de Economía y Energía, Enrique Vaquié, considera clave potenciar la economía del conocimiento. Entiende -al igual que la gente del CEM- que las condiciones naturales y la calidad de vida ayudan. “Trabajan 20 mil personas en Mendoza y exportan U$S 120 millones, no lo estamos viendo y vienen creciendo al 4% por año. Hace cuatro años una empresa de este tipo tenía 18 personas; hoy son 120 y construyen un edificio para 400 empleados. Es un sector transversal que se mete en otras actividades”.

El ministro reconoce que todavía hay problemas que frenan inversiones más allá de la coyuntura económica como la falta de luz, agua y caminos.

Inversiones

Distintos sectores muestran el listado de las inversores que llegaron a Mendoza en los últimos años: Everis, Mercado Libre, Globant, Eventbrite, Cabify, Uber, Copa, Avianca, Jet Smart, Sky, Simplot, Sodimac, Catertton con Luigi Bosca y Dominio del Plata; Quilmes con Dante Robino; Molino con Ruca Malén; Phoenix en petróleo no convencional en Malargüe; YPF, Friolatina, Tasaroli, entre otros. Aprovechan el punteo para señalar que “el bodeguero local está quieto, trata de lidiar con los costos”. Atrás quedaron los U$S 500 millones de inversión en la vitivinicultura registrados en los ‘90, según Daniel Azpiazu y Eduardo Basualdo, en su estudio para la Cepal sobre El complejo vitivinícola.

¿Y los tradicionales?

Los petroleros sacan chapa porque saben que el sector no está mal en la participación del PBG local, pero eso no les impide ver un escenario complicado. La caída del precio y la macroeconomía financiada en dólares condiciona los proyectos de inversión.
Además, advierten que desde hace años está faltando creatividad en la provincia para generar mejores condiciones. Esto significa acuerdos gremiales e impositivos. Hay zonas en Mendoza en donde las empresas tienen que pagar más regalías que en Neuquén o Santa Cruz. Entonces los inversores se van o ni piensan en invertir. Tienen claro que la Mendoza petrolera de los '80 quedó en el pasado. Los potentes yacimientos de Barrancas y Vizcacheras se fueron agotando y con los del sur se mantiene algún equilibrio en la producción, pero es clave replantear la política petrolera. El sector genera casi 13 mil puestos de trabajo directos e indirectos. Por ahora, la movida antifracking no es un tema que preocupe, pero advierten que, si crece, Neuquén recibirá las inversiones que no vendrán a Mendoza. Así entonces, ¿cómo hará cualquier gobierno para administrar la provincia con regalías petroleras en baja o inexistentes? Además, el año pasado la producción de petróleo cayó 6% con relación a 2018.

¿Y qué dicen los bodegueros? Juan Carlos Pina, director ejecutivo de Bodegas de Argentina, sostiene que hay que pensar en energía, minería, turismo y no abandonar la frutivitivinicultura. “Todo lo que podemos pensar es porque tenemos un sustento importante que es frutivitivinícola, hay mucha gente en el campo. La economía del conocimiento es elitista y va a un segmento medio alto”. Pina tiene claro que en el costo de un kilo de uva, el 65% es mano de obra y que del costo de una caja de vino, el 70% son insumos comprados al contado con valores actualizados por inflación.

Desde Coviar afirman que el sector genera 80 mil puestos de trabajo directo, sin contar los indirectos propios del sector más lo vinculado al enoturismo. El gerente de la entidad, Carlos Fiochetta, considera que Mendoza “tiene que ir al desarrollo de alto valor agregado; las condiciones climáticas, geopolíticas y poblacionales lo permiten. Una industria que crece y es complementaria a lo agroalimentario es el turismo”.

Por el lado de los productores, Gabriela Lizana, de la Asociación de Productores del Oasis Este, advierte que si los oasis productivos se mueren y no tienen un modelo alternativo, pasan a ser desierto y la gente se va desocupada a los cinturones de la ciudad. “El negocio vitivinícola da ganancias, por eso viene Quilmes, pero no se ha logrado que la distribución sea para todos los actores de la industria. Lo que hay que definir es la política vitivinícola y lo que van a hacer con los productores”.

La voz de los economistas

Jorge Day, de la Fundación Mediterránea, sabe que Mendoza se diferencia por petróleo y vino y las dos están mal. Con relación a la industria del conocimiento afirma que la provincia no tiene muchas ventajas comparativas. “Hay movimiento pero también pasa en Córdoba y en Buenos Aires. No veo la ventaja ahí y para movilizarlo necesitás buena conectividad en internet. No aparece ningún sector que nos permita dar un salto”.

Para Alberto Gago, del Centro de Estudios de Investigaciones Regionales (CEIR), hay que diversificar y potenciar industrias agroindustriales y fortalecer dos o tres sectores industriales clave como la metalmecánica, la industria del plástico y la madera. Pero precisa, “la salida es por el petróleo con más ventajas como complejo petroquímico”.

Acordar un rumbo es clave porque hay casi 400 mil personas pobres y más de 40 mil que buscan empleo. No acertar, quizás nos lleve a volver a cultivar alfalfa y trigo, y complicado también porque tenemos la emergencia hídrica.

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