Cumple años el Día de la Tradición y regala cientos de escarapelas para promover costumbres argentinas

Cristina Lattanzio celebró ayer sus 69 años. Desde una finca de Rincón del Atuel, en San Rafael, promueve costumbres patrias. Su historia.

Cada fecha patria, Cristina confecciona escarapelas, que luego reparte. | Foto: gentileza
Cada fecha patria, Cristina confecciona escarapelas, que luego reparte. | Foto: gentileza

Cristina Lattanzio vive en Rincón del Atuel, en San Rafael, y cumplió ayer, precisamente el Día de la Tradición, 69 años. Causalidad o casualidad, tal como lo señala, nació en Moreno, la tierra de Florencio Molina Campos, famoso por sus pinturas costumbristas que reflejan la Argentina rural de la primera mitad del siglo XX y retratan hogares de todos los estratos sociales en obras que hablan de las costumbres de la vida en el campo.

Sin embargo, hay mucho más en la vida y los hábitos de esta docente jubilada, que la convirtieron desde hace años en una referente que sabe mantener las costumbres y tradiciones de nuestra Patria.

Incluso en su distrito, Rama Caída, es muy conocida por un gesto que repite cada vez que se celebra una fecha patria. “Desde siempre, incluso mucho antes de jubilarme en la escuela rural, me dediqué a fabricar escarapelas. Lo hago con mucho placer y con un gran sentido patriótico, convencida, además, de que no debemos perder la memoria”, señala Cristina en diálogo con Los Andes. “Si perdemos la memoria perdemos las raíces y la historia del país”, agrega.

Cristina vive en la finca 6- C en Rincón del Atuel a la que llamaron “CyC”, en alusión a su nombre y al de Cacho, su marido fallecido hace siete años. Llegaron a Mendoza en 1989 poco antes de que naciera el último de sus cinco hijos, al que llamaron Atuel, casi como una predicción, asegura.

Llamativamente, los nombres que eligió para sus hijos son “bien autóctonos”: Nahuel, Aluminé, Lautaro y Amancay, además de Atuel.

En medio de los preparativos de su cumpleaños, Cristina cuenta que, en la provincia de Buenos Aires, años atrás, se decretaba feriado nacional el Día de la Tradición. “Amo al país y a la Patria y por eso sigo ciertas costumbres, porque me niego a que se pierdan las tradiciones. Cada 25 de Mayo, 9 de Julio o 20 de Junio me dedico a comprar tela celeste y blanca con hermosos alfileres de gancho y dedico un buen rato a coser”, cuenta orgullosa.

Y suma: “Amo hacer escarapelas y desde hace mucho tiempo todos saben que, si pasan por mi tranquera, encontrarán la insignia para colocarse cerca del corazón”.

Los grupos de WhatsApp del barrio y un programa de radio que conduce semanalmente le facilita las cosas porque, según cuenta, comunica a través de ese medio que las escarapelas están listas para que, quien desee, las retire por allí.

Orgullo patrio

“Para mí, haber nacido en la tierra de Molina Campos tiene un gran significado. Fue contemporáneo de mis antepasados y las anécdotas en el pueblo brotan unas tras otras. Por ejemplo, que pocos días antes de fallecer, murió su caballo. Él mismo lo enterró y a las pocas horas también partió él, el 16 de noviembre de 1959″, repasa Cristina.

“Y qué decir de sus típicos dibujos costumbristas de la pampa y de su país; del mate, el caballo, el campo y la tranquera. Un orgullo”, agrega.

El hecho de haber pasado por tantas aulas a lo largo de su carrera docente hizo que Cristina tuviera que encabezar numerosos actos patrios y, también relacionados al Día de la Tradición. Tal vez tiempo atrás era, incluso, más cotidiano porque recuerda que muchos alumnos asistían a la escuela a caballo.

Hoy, con el mundo moderno, estas pequeñas costumbres van quedando atrás y el transporte escolar reemplazó esa tradición.

“Como me gusta tanto esta fecha y además es mi cumpleaños, jamás quise que pasara desapercibida. Toda mi carrera docente la desarrollé en Mendoza, donde hemos hecho hermosas celebraciones, siempre con la bandera celeste y blanca resaltando en cada rincón de los salones”, resume.

Esas típicas ideas que sólo las docentes tienen y ese increíble ingenio que nunca se agota, hicieron que las escarapelas confeccionadas por Cristina tuvieran figuras muy especiales. Por ejemplo, las fabrica en forma de palomas o, en algunos casos, con la cordillera detrás, porque para ella la figura del general José de San Martín también es trascendente.

“Creo que debemos colaborar con la Patria de distintas maneras y yo pongo mi granito de arena. La tradición significa tener memoria, continuar las costumbres de nuestros antepasados y estoy convencida de que tenemos que conservarla”, señala.

Cristina nunca estuvo sola en esta cruzada, sino que también la “arengaba” su esposo. “Le dábamos mucho valor a la historia, a las raíces, a transmitir ciertos valores. No es casualidad que uno de nuestros hijos sea profesor de Historia”, sentencia.

El recuerdo siempre vivo

“Las personas mueren y está en las futuras generaciones la actitud de seguir manteniéndolas vivas. Lo mismo sucede con las costumbres y los recuerdos que vamos atesorando a lo largo de nuestra existencia. Todos tenemos que trabajar para mantenerlos, conservarlos, valorarlos”, señala Cristina. Agrega que intenta inculcar estas enseñanzas a sus nueve nietos: Olivia, Mateo, Guadalupe, Tatiana, Sabino, Abril, Aylén, Ezequiel y Felipe.

“Sobre todo a los que viven en esta provincia, porque algunos están desparramados en Neuquén, Buenos Aires y Córdoba”, aclara y recuerda intacto el día que salió con sus nietos más chicos a repartir escarapelas. “Les quise significar el sentimiento de ser argentino, la importancia de vivir bajo el mismo cielo y de compartir la misma bandera. Por eso también adornamos la tranquera con telas celestes y blancas”, recuerda.

También hace lo propio cada 24 de marzo, porque insiste en que el Día de la Memoria es “fundamental” recordarlo. En estos casos, además de distintivos, agrega algunas frases relacionadas con la Patria.

En 1989, con su marido y sus hijos llegaron desde Buenos Aires para instalarse en esta zona de tantas bondades naturales. Con los años pudieron adquirir una finca más grande y así se convirtieron en vecinos referentes, solidarios y muy apreciados por su entorno. Además, acostumbraban a recibir y agasajar a los nuevos pobladores.

“Cacho, mi esposo, partió hace unos años. Mis hijos han ‘volado’ por distintos lugares. Yo sigo firme en este hermoso lugar intentando tener vida de finca y de aprendizaje todos los días”, reflexiona la maestra rural. Y cierra la charla con una reflexión profunda, la misma que suele repetir todos los días, más allá de las fechas patrias: “Reivindiquemos a nuestro país. Argentina estaría mucho mejor si entre todos hiciéramos pequeñas acciones que demuestren amor por la Patria”.

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