Contra el gatillo fácil convocan para mañana a la 6ta marcha en Mendoza

Familiares de Víctimas de Gatillo Fácil junto a organizaciones sociales y políticas, convocan para mañana a la Marcha contra el gatillo fácil y contra la violencia institucional. Se trata de la sexta edición y apunta a visibilizar asesinatos cometidos por las autoridades responsables de la seguridad.

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Según la organización, “los asesinatos en manos de las fuerzas de seguridad del Estado en la Provincia suman más de 230 casos”.

Sabrina Carrasco, hermana de Lucas Carrasco, es una de las participantes en la organización. También Monica Campoy, mamá de Andrés García Campoy.

Además de los familiares de víctimas participan organismos de Derechos Humanos, organizaciones sociales y políticas. Será a las 11 en la Plaza Independencia.

Previamente Familiares y Referentes de organizaciones sociales, expondrán las historias de las personas asesinadas y se hablará de la situación actual para la prensa.

Según expresan, la marcha tiene como eje poner en evidencia a la justicia mendocina, las causas “encajonadas”, las torturas en cárceles, comisarías e instituciones de salud mental, el hostigamiento policial en barrios populares y a organizaciones sociales, derogación del Código Contravencional, y una negativa a la baja de edad de punibilidad. “Exigimos al Gobierno ejecutivo y legislativo políticas de trabajo, vivienda, educación y salud que tiendan a mayor equidad”, sostienen.

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Lucas Carrasco murió el 16 de marzo de 2014, luego de agonizar dos días. Tenía 22 años. Producto de la investigación se llegó a la determinación de que la herida se produjo debido a la cápsula de un gas lacrimógeno que disparó un policía de Infantería. En 2019, la Justicia condenó a 3 años de prisión condicional por “homicido en exceso en cumplimiento de su deber” al efectivo Diego Guzmán Zalazar por su muerte en el marco de una represión policial que hubo en inmediaciones del estadio de Independiente Rivadavia tras la suspensión de un partido.

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Andrés García Campoy (20) falleció en 2014, en un control rutero que realizaba Gendarmería Nacional en Luján. El murió tras recibir un disparo que salió de una vieja carabina fabricada en 1890 que llevaba en el auto. Según los dos uniformados -únicos testigos del hecho- el chico sacó el arma, los amenazó y luego se quitó la vida. Según los familiares, no se trató de un suicidio sino de un caso de “gatillo fácil”.