Conmemorar el 12 octubre: una ocasión para pensar el doble fenómeno de la unidad y la diversidad de las culturas

El genuino desarrollo de la diversidad cultural requiere del pensamiento crítico y de aprender a empatizar con lo diferente. Las conmemoraciones como las del 12 de octubre son ocasiones para ampliar las miradas sobre el pasado y el presente (la diversidad) y comprender los aspectos comunes (la unidad).

La confrontación del español y el indígena produjo un acontecimiento fundante que generó una nueva realidad cultural con todas las aristas, tanto beneficiosas como perjudícales que la delinearon, afirma la literata Graciela Maturo en América recomienzo de la historia (2010). Dichas aristas han dado lugar a diferentes formas de relatar el 12 de octubre.

Desde 2010 se conmemora el Día del Respeto a la Diversidad Cultural. Además, la ley 23.302 (1985) sobre política indígena y apoyo a las comunidades aborígenes creó el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI). Y declara de “interés nacional la atención y apoyo a los aborígenes y a las comunidades indígenas existentes en el país, y su defensa y desarrollo para su plena participación en el proceso socioeconómico y cultural de la Nación, respetando sus propios valores y modalidades”. Ambas iniciativas han ampliado la mirada del proceso histórico que se inicia en esa emblemática fecha. Los pueblos originarios están presentes en la memoria del 12 de octubre y en la consideración cultural del siglo XXI.

La expresión “diversidad cultural” está en sintonía con nuestra Constitución Nacional y diferentes tratados y declaraciones de derechos humanos referentes a la apertura étnica y cultural de todos los pueblos. Recordemos que la llegada de Cristóbal Colón y la corona española a nuestro continente fue conmemorada, durante casi un siglo, bajo el título “Día de la Raza”. Esa forma de mirar el pasado es una realidad histórica y como tal debe ser considerada.

Efeméride escolar: una oportunidad para reflexionar

“Pensar históricamente” significa reflexionar y no sólo incorporar información o adherirse a conmemoraciones. Es poder navegar entre lo universal y lo particular, entre la historia patria (lo nacional) y la historia matria (lo local). Por este motivo es interesante constatar la mirada sobre esa emblemática fecha en niños y adolescentes. Las efemérides escolares han transmitido las “narrativas comunes del pasado” y no propiamente de la historia (Rosa, A., 2004). Se vinculan al origen de la nación y la formación del Estado y uno de sus objetivos principales fue el de forjar la identidad.

Un estudio sobre la concepción de la efeméride, en el caso del 12 octubre, señala que los alumnos entre 10 y 14 años tienen una forma de comprensión “romántica” (sin conflictos) y los que tienen más de 14 años, una mirada “filosófica” (esquemas explicativos integradores). En ambos casos se veía reforzado el pensamiento identitario sobre el reflexivo (Carretero y Castorina, 2010).

La investigación concluye que la historia regida por objetivos románticos interviene negativamente en el desarrollo del pensamiento histórico dado que privilegia los objetivos identitarios por sobre los cognitivos. Paralelamente afirma que el adoctrinamiento debe considerarse como un “claro ejercicio de violencia cognitiva” que puede tener efectos difíciles de revertir dada la temprana edad de los estudiantes y la influencia afectiva del docente.

Consideramos que la efeméride escolar es un momento propicio para leer diferentes visiones, consultar fuentes primarias, organizar debates o analizar los hechos. También para aprender a pensar posturas diferentes, a visualizar enfoques complementarios, a fundamentar ideas con datos precisos y argumentos coherentes, a observar los aspectos comunes y a aceptar que los otros (compañeros, docentes, amigos, etc.) pueden tener concepciones diversas y, aun así, podemos convivir pacíficamente.

Incluso es interesante incorporar en el calendario escolar aquellas fechas que se vinculan con la ciudad o el pueblo donde se encuentra la institución. Es un camino para acercar la historia al espacio cercano (lo concreto) y conocido por los estudiantes. Y desde allí observar su interacción con espacios y tiempos lejanos (lo abstracto). También establecer puentes entre efemérides nacionales o latinoamericanas, como el 12 de octubre, con la historia local. Por ejemplo, investigar si existió presencia de pueblos aborígenes en la ciudad donde viven los estudiantes y cuál fue la interrelación con el español conquistador o colonizador. Estas prácticas escolares acompañadas por visitas a museos, recorridos o lugares donde sucedieron los hechos han evidenciado un acercamiento vital, comprensivo y concreto de los alumnos al proceso histórico analizado.

En síntesis, el genuino desarrollo de la diversidad cultural requiere del pensamiento crítico y de aprender a empatizar con lo diferente. Las conmemoraciones como las del 12 de octubre son ocasiones para ampliar las miradas sobre el pasado y el presente (la diversidad) y comprender los aspectos comunes (la unidad). Este es el desafío del siglo XXI. El filósofo francés Edgar Morín sostiene que los que ven la diversidad de las culturas tienden a minimizar la unidad humana y los que ven la unidad consideran secundaria la diversidad de las culturas. El doble fenómeno de la unidad y la diversidad de las culturas parece ser crucial en estos tiempos.

* La autora es historiadora.

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